La verdad bíblica es clara: no necesitamos hacer nada para ir al infierno. El destino del ser humano, separado de Dios, ya está marcado por el pecado. Como dice la Escritura: "porque la paga del pecado es muerte" (Romanos 6:23). Todo aquel que no está inscrito en el libro de la vida será condenado.
¿Por qué no hay que hacer nada para ir al infierno?
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| El infierno ya está ganado |
El infierno ya está ganado para aquellos que viven sin arrepentimiento. Todos hemos pecado delante de Jehová, y sin Cristo no hay esperanza. La condenación eterna no depende de grandes malas obras; basta con vivir lejos de Dios y rechazar su perdón en Jesucristo.
El temor de Dios y la realidad del infierno
Hoy en día, muchos no temen a Dios porque no comprenden cuán terrible es el infierno. La Biblia lo describe como un lugar de sufrimiento eterno: "Así será al fin del siglo: saldrán los ángeles, y apartarán a los malos de entre los justos, y los echarán en el horno de fuego; allí será el lloro y el crujir de dientes." (Mateo 13:49-50).
La ira de Dios y el tormento eterno
El Apocalipsis nos revela la seriedad de este castigo: "Este también beberá del vino de la ira de Dios, que ha sido vaciado puro en el cáliz de su ira; y será atormentado con fuego y azufre delante de los santos ángeles y delante del Cordero. Y el humo de su tormento sube por los siglos de los siglos..." (Apocalipsis 14:10-11).
¿Se complace Dios en el sufrimiento?
Dios no se deleita en el dolor humano. Su deseo es que todos procedan al arrepentimiento (2 Pedro 3:9). El infierno es la consecuencia justa del pecado, pero el amor de Dios se manifiesta en que nos dio a Jesucristo como camino de salvación. La pregunta no es solo qué hacer para ir al infierno, sino más bien: ¿qué debo hacer para heredar la vida eterna?
Conclusión
El infierno es real y la Biblia lo describe con claridad. No hacer nada ya nos condena, pero la buena noticia es que en Cristo Jesús tenemos perdón, gracia y vida eterna. El llamado es urgente: arrepentirse, creer en el Evangelio y vivir bajo la misericordia de Dios.

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